lunes, 21 de diciembre de 2015

RECUERDOS

Nunca me habían gustado las despedidas, pero aquella vez era distinto porque nadie se iba.

Cuando sabes que todo ha terminado, que debes marcharte si no quieres acabar con lo poco que queda, es cuando más difícil se hace decir adiós. 
Eramos extraños. Lo compartíamos todo sin realmente involucrarnos en nada. Y al final las ilusiones acaban convirtiéndose en decepciones y las preguntas se agolpan sin hallar respuesta. 
Pero ¿cómo se empieza? ¿por dónde? ¿cómo miras a esa persona que te ha dado tanto, y le dices adiós? 
Sientes miedo... Hasta pánico. Y te refugias en los recuerdos. Esos que te hacen olvidar la angustia que acabas de sentir. Recuerdas su risa mientras bailas preparando la comida, sus ojos sonriendo divertidos cuando le contabas cualquier anécdota en el trabajo, su olor... su calor... su cuerpo jadeando, y de repente le recuerdas cuando entre las sombras de vuestro dormitorio te susurraba al oído lo feliz que era contigo...
Y entonces sonríes tú porque en ese momento has recobrado la esperanza. Algo que creías perdido. Algo que gracias a tus recuerdos hace que brillen de nuevo tus ojos porque sabes que no ha muerto.
Y cuando sorprendido te pregunta de qué querías hablar... Tú simplemente le dices que eso puede esperar y te cuelgas de su cuello fundiendoos en un abrazo.
Y todo gracias a tus recuerdos...
En esta ocasión, benditos recuerdos.



ELLA

Sabía que ella estaría.

Me tenía loco... cada vez que se cruzaba conmigo no podía quitarme su imagen de la cabeza en horas. Como su melena se movía al caminar, la visión de su cuerpo era devastadora y ese perfume que ya olía por todas partes.

Quería más, no unas simples miradas o unas sonrisas y saludos haciéndome el encontradizo.

Me dirigí al local, recién duchado, vestido informal, camisa blanca,vaqueros y chaqueta de traje...

El corazón volviéndose loco al abrir la puerta como un quinceañero al que le miran por primera vez. Contención, joder.

Entré sin mirar, hacia la barra, necesitaba una copa para calmarme un poco.

El camarero fue rápido. Un trago, otro, mejor...

Música suave, gente hablando por todas partes y mesas al fondo... Si, allí está.

Vestido, hombros al aire, pelo perfecto, labios rojo intenso, joder... imposible contener una creciente erección.

Me volví a la barra y me terminé la copa... calma.

Cuando conseguí calmarme volví a mirar a su mesa... no, no estaba.

Estaba a un metro de distancia delante de mí y yo solo pude sonreír como un tonto al que le acaban de dar un regalo.

Había algo en su mirada distinto... intensidad. 

Di un paso acortando la distancia entre su boca y mi boca, no hizo falta más, ella lo hizo real, ese último acercamiento... suavidad, deliciosa suavidad de sus labios rozando con los míos antes de cerrarse en un beso que me dejó en llamas.

Se separó y entonces fue mi boca la que la buscó, si se arrepentía no le daría tiempo a echarse atrás. Agarre su cara con suavidad y la atraje a otro beso más posesivo, más exigente.

El resto fue un dejarse llevar por los cuerpos, por la necesidad y el deseo.

Mi casa estaba cerca y no la solté en todo el camino entre caricias, abrazos y besos. Esos jodidos labios gruesos.

Cerré la puerta y me fui directo a su boca, a su cuello, a sus caderas, atrayéndola a mi cuerpo que necesitaba con urgencia su contacto. 

Sus manos desabotonaban mi camisa mientras yo soltaba su vestido sacándolo de sus brazos y dejándolo caer a sus pies. Me quité la chaqueta en un rápido movimiento mientras que sus manos ya estaban moviéndose dentro de mi camisa. 

Miré su cuerpo, ropa interior con transparencias pero fina y elegante... sonreí al sentirme cazado. 

Un suave movimiento y su sujetador cayó a sus pies, mis manos se apoderaron de sus pechos con firmeza, jugando con sus pezones mientras mordía y lamía su cuello, sus hombros y deslizaba mi boca dejando besos por toda su piel.

Su mano jugaba con mi erección, estaba a mil... soltó mi cinturón y el botón de mis pantalones, metió la mano en mis boxers y la recorrió con tal suavidad que solté un suspiro en su oído. No se detuvo, me movía a su antojo y yo respondía jadeando, me bajó el boxer, me liberé de la ropa y le quité el tanga con toda la ceremonia posible, deslizando la palma de mis manos por sus caderas y sus piernas para dejarlas caer esos últimos centímetros.

La tumbé en la cama, separé sus piernas y me lance a lamerla con todo el deseo contenido. Lamidas lentas, succiones, la lengua empapándose en su sabor, gemidos, suspiros, jadeos, estaba cerca y la precipité con movimientos más rápidos, hasta que su mano sujetó mi cabeza y apretándome contra ella convulsionó en mi boca en el gemido más intenso que recordaré siempre.

Trepé por su cuerpo, besé su boca y con un par de movimientos la penetré sin miramientos, mirándola a los ojos y viendo como sus labios se abrían en otro gemido al penetrarla. 

Suave, moviéndome despacio, con movimientos de cadera y frotando su clítoris con mi pubis en cada embestida. Me apretó con sus piernas, me aferró a ella y en unas cuantas embestidas estaba a punto de reventar.

Giré en la cama llevándola conmigo, movía las caderas y yo mordía sus pezones. Más gemidos, más suspiros, más roce y estaba a punto de nuevo.

La elevé con mis piernas, la embestí con velocidad hasta que su orgasmo llegó de nuevo con fuerza, me salí de ella y su mano terminó mi orgasmo mientras mis jadeos fueron retumbando por las paredes de la habitación hasta un ronco gemido final...

Caímos rendidos en la cama y por primera vez fuimos conscientes de lo rápido que había sido todo, un Hola y estallamos los dos en carcajadas.

Hay recuerdos que no se olvidan...





sábado, 19 de diciembre de 2015

ÉL

Sabía que él vendría. Nunca fallaba a aquellas celebraciones.

Me había situado cerca de la puerta con unas amigas esperando no perderme su llegada. Quería verlo, necesitaba verlo otra vez.

Entró solo, con la elegancia habitual, vestido informal, vaqueros gastados, camisa ajustada y americana. Barba de tres días, pelo impecable y esa mirada intensa que hace que todo tu cuerpo tiemble cuando se posa en ti.

Ahí estaba, entrando entre la gente, dirigiéndose a la barra.

Una oleada de calor me invadió, mejillas ardiendo. El corazón empezó a latirme a un ritmo endiablado. 

Los pezones endurecidos rozándose contra el sujetador, el sexo palpitando que ni cerrando fuerte las piernas conseguía acallar y esa sensación de humedad creciente que solo él conseguía con tan solo mirarlo.

Mirándolo, solo podía imaginarme susurrándole al oído todo lo que quería que le  hiciese a mi cuerpo.

Me levanté como pude, no sentía las manos, todo el calor en mi cuerpo las había dejado heladas.

Me acerque como pude sorteando gente y cuando llegue a su lado su sonrisa al verme, me dejo desarmada y desnuda...




sábado, 5 de diciembre de 2015

PARTIDA Y COMIENZO

Dejar de aferrarse a los recuerdos de algo que no lleva a ninguna parte. Doloroso pero necesario. 

Aprender a vivir de nuevo.
Volver a sentir en mayúsculas lo que te apasiona.

No rendirse a una vida que no es plena, que ya no es un reto, que no emociona...

Vender lo poco que posees, regalar lo que te es superfluo y emprender camino.

Te entrego mi vida, las llaves de todos mis secretos,
mis alegrías y mis penas pasadas. 
Los recuerdos de media vida.

Me voy sin lastres, empezaré de cero, viajaré ligero de equipaje
hasta donde la vida me lleve.

Te llevo en mi memoria y mientras dure, eso no lo perderá nunca.






jueves, 3 de diciembre de 2015

MUJERES QUE CORREN CON LOBOS

Para mí , las mujeres que corren con lobos nada tienen que ver con el rol amo-sumisa que tan de moda parece que está en algunas RRSS.

Mujeres que corren con lobos, son esas mujeres que no se identifican con nadie más que con ellas mismas...
Que buscan su camino, y que si van acompañadas mejor, pero que si no, no se hallan perdidas... 
Que cuidan de que todo esté en orden, dentro de su particular caos...
Que no les importa la perfección, mientras su vida sea tan perfecta como ellas decidan...
Que les da igual cuántos estén en contra, mientras ellas estén a favor...
Que saben disfrutar de aquello que tienen, porque les ha costado conseguirlo y sobre todo conservarlo...
Que les da igual los estereotipos porque no todas las que se calzan unos briosos tacones son elegantes ni bellas... (como todo en esta vida hasta para andar sobre tacones, tienes que tener gracia)

Y que nos llamen raras!! por querer salirnos de "lo que toca ", por hablar cuando muchos callan o por ser sencillamente #MujeresQueCorrenConLobos



miércoles, 2 de diciembre de 2015

HECHIZO

Su piel era un hechizo.

El tacto, el sabor, el olor que desprendía recién duchada. No podía resistirme a acariciarla, a sentirla, a experimentar esa sensación que se tiene cuando tocas y sientes incluso antes de que los dedos rocen, esa estática.

El ritmo lento de esa canción resonando mientras acariciaba su cuello, jugaba con sus sentidos, mientras mis manos recorrían ambiciosas su cuerpo. Mis dedos no dejaban un centímetro de su piel sin acariciar, sin poseer. 

Mis labios besando cada terminación nerviosa, tentando su cuerpo a que respondiese...

El infinito era su piel, suavidad y delirio, perdición y condena, placer y recompensa. Cómo no caer preso.

Hechizado en ti...