A mí no me importa ningún misterio que no sea el que encierran sus ojos.
Porque, qué más da lo que ocurra fuera, si yo ando perdida en ellos...
Qué más da en qué guerra nos encontremos, si no hay más batalla que librar, que desear no salir jamás de ese encierro...
Y para muchos esa mirada, puede ser una condena, un muerte incluso lenta. Pero para mí, es una gran suerte. Suerte de sentirme tan viva reflejada en ella. En su pasión y lujuria, pero también en su deseo y ternura, o su admiración y comprensión.
Y si enredarme en sus ojos me hace perder el norte, la brújula y la cabeza hasta enloquecer... estoy deseando cruzarme con ellos, porque sé que será un verdadero, auténtico e inolvidable placer.