sábado, 3 de septiembre de 2016

ESENCIAS Y MIRADAS...

Abrir los ojos...

Sentir la luz que entra por la ventana, el ruido del mar de fondo y una brisa suave ondulando una cortina que se mueve plácida.

Cansada por las pocas horas de sueño, ese olor en la almohada. La tenía dentro de mi cabeza y me transportaba, al movimiento de sus caderas empujando con fuerza, mientras mi cara se hundía en su cuello viajando al ritmo con el que me envestía.

Me levanté, desnuda, buscando por el suelo la ropa interior desperdigada.

Me asomé al pasillo como quién quiere escaparse a hurtadillas en plena noche de casa de sus padres sin que nadie se entere. No estaba, ni un sonido...

Caminé por el pasillo, entré en el salón despacio, con prudencia, vi una radio y la encendí. Sonaba aquella canción que ese verano se escuchaba a todas horas.  

"Hay un lugar donde voy, donde nadie me conoce.
No es soledad, es una cosa necesaria..."

Caminé por la casa, fijándome en cada detalle, en cada cuadro, en cada mueble, todo en orden, colocado como si cada cosa tuviese su sitio y su razón de estar.

Me fijé en un sombrero de ala ancha que reposaba sobre un perchero en la pared. No cuadraba con el resto, parecía puesto para destacar. Me acerque y lo cogí, lo miré y no pude resistirme a ponérmelo.

- Te sienta mejor que a mí...

Me dio un vuelco al corazón, me lo quité de golpe y me lo puse en el pecho de forma instintiva, como una coraza de terciopelo que pudiese defenderme.

Estaba parado en el pasillo, apoyado en el marco de la puerta mirándome, con aquella mirada, joder esa mirada... me había emborrachado literalmente con ella y volvía a sentir sus efectos, ese efecto que hace que no sepas ni dónde estás, ni los errores ya cometidos.

- Buenos días, perdona, lo he visto y...

- Un recuerdo de un viaje, lo vi y lo tuve que comprar.

- Debería irme a casa.

- Aún es pronto... dijo mientras se acercaba a mí, mirando directamente a los ojos.

- Tengo que cambiarme y quedamos si quieres más tarde.

- Quédate.

- No tengo otra cosa que ponerme.

- Así estás perfecta.

Me besó y sus labios no admitieron más excusas... 
 
  


Fotografía de Gareth Lewis.