miércoles, 3 de mayo de 2017

CUATRO ESTACIONES Y UN ENCUENTRO.

La primavera era enredar mis manos en su oscura melena mientras clavaba sus ojos en mi mirada.

Acercaba su cara con las manos y sus labios esperaban los míos con es manera tan suya de humedecerlos antes de sentir el roce de los míos.

Y llegaba el verano, un verano tórrido entre sus labios.
Besos largos y húmedos, entrelazando las lenguas en un tango desnudos entre sábanas.

Pero nunca se quedaba y llegaba un melancólico otoño a mi mirada, mientras su figura se perdía entre la gente que paseaba por aquel parque.

Invierno, frio, solitario, abrazándose y dejándote helado en ausencia.

Nunca duraba demasiado, siempre volvía la primavera.

Era su promesa...